sábado, 30 de marzo de 2013

Benzema, ahora o nunca


La temporada está siendo de lo más extraña. Aún queda lo mejor, el tramo final, la época donde se decidirá si el Real Madrid levanta o no algún título. Sin embargo, la trayectoria errática e irregular del equipo está pasándole factura a algunos jugadores. El más destacado, Karim Benzema. El francés está en el peor momento de su carrera deportiva y a nivel personal tampoco parece andar mucho mejor. Justo en un tramo de su vida profesional donde debería explotar definitivamente. 

El de Lyon cumplió 25 años el pasado mes de diciembre. Es una edad magnífica para terminar de dar rienda suelta a todo el talento que tiene. Desde que despuntara en el equipo de su ciudad hace cerca de un lustro, ha habido quien ha colocado a Karim como un potencial ganador del Balón de Oro. Pues bien, si esto es así, debe empezar a demostrarlo desde ya. Sin embargo, en lugar de eso el madridismo se ha topado con una temporada de retroceso y desaceleración del galo. Un año que, de no corregirse en los tres meses de curso que le quedan, podría acabar siendo negro para él.

Los pitos de su gente en Saint Denis durante el pasado Francia-España fueron la constatación de que hay algo que no marcha bien para Benzema. El puesto de delantero siempre es muy traicionero para los jugadores que tienen más fútbol que goles. Porque a un ariete se le pide primero que marque, luego que juegue. Y Karim lo hace al revés. Tiene mucho más juego que instinto matador y eso no suele ser apreciado por el gran público cuando llegan las épocas de sequía.

Sin embargo, no solo el balón está fallando estos días al futbolista. También la cabeza. Porque Benzema se está equivocando mucho. El año pasado dio síntomas de haber madurado a las órdenes de José Mourinho. Se le vio feliz, brillando y demostrando que es un hombre que puede darle mucho al Real Madrid. Entonces se ganó el respeto de todos, del madridismo, de los aficionados rivales y de la prensa. Era una estrella bajo el amparo del mejor entrenador del mundo y de Florentino Pérez, su gran valedor en el club blanco.

El curso pasado anotó 32 goles y dio 15 asistencias, demostrando que es uno de los atacantes más completos del panorama internacional. Pero llegó la Eurocopa y decepcionó. No marcó ningún gol. Y a partir de ahí, la nueva temporada se le hizo cuesta arriba. Donde antes estaba cómodo alternando en el once con Higuaín, ahora se notaba a disgusto. Su tantos ya no llegaban con tanta facilidad como antes y, por si esto fuera poco, el Madrid se tropezaba cada dos por tres en la Liga.

Pero el colmo llegó el pasado mes de febrero, con su incidente (y condena) por conducir a mayor velocidad de la permitida tras un Granada-Madrid de negro resultado. Un incidente que dejaba ver al Karim que ya parecía olvidado, al chaval disperso que había llegado en 2009 a Madrid. Era la constatación de que este año el jugador se ha vuelto a perder y se ha desviado del rumbo por el que le había encarillado Mourinho. El francés es más noticia por lo que hace fuera del campo que por lo que hace dentro y, además, en su país también está siendo así.

Su último error fue afirmar que no canta el himno de una de los naciones más patrióticas del mundo. Justo antes de dos partidos que se iban a jugar en Saint Denis. Y en pleno bache goleador con la selección. Una invitación a la presión, a ponerse en el punto de mira. Una locura de la que Benzema salió escaldado y silbado por sus compatriotas. Ha sido un nuevo golpe para un hombre dolido y preocupado que el Real Madrid necesita recuperar de forma inmediata.

No me cabe duda de que a Benzema aún le queda mucho crédito en el Real Madrid. Porque ha demostrado que si quiere, puede. Pero tiene que remontar, tanto en lo físico como en lo psicológico. Como se suele decir, lo que no mata hace más fuerte. Karim debe reflexionar y aprender de estos reveses de la vida. Ya no es un niño y el momento clave de su carrera se acerca. En consecuencia, solo él puede decidir si quiere quedarse en un buen jugador o prefiere aspirar a codearse con los grandes del balompié. La historia de este deporte está llena de grandes promesas devoradas por su propia cabeza. Así que él debe decidir: levantar definitivamente el vuelo ahora o no hacerlo nunca.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Una crisis para huir de la inspiración



No recuerdo ningún gran equipo en la historia que no haya tenido un bache. Ninguno, en ningún deporte. Hasta la selección española de fútbol, campeona de todo, tuvo dudas en algún momento de las dos Eurocopas y del Mundial que ha ganado recientemente. O la propia 'Roja' de básket, campeona mundial, doble oro continental y doble plata olímpica en los últimos 7 años. Estos equipos siempre tuvieron algún momento de dudas en estos torneos, un punto de inflexión que les ayudó a mejorar y a afrontar las cosas con humildad. Y el Madrid de baloncesto está justo en este instante.

El conjunto de Laso llevaba varias semanas dando síntomas preocupantes. Especialmente desde principios de febrero, cuando se cayó en cuartos de final de la Copa del Rey por una mezcla de mala suerte y de exceso de confianza. Desde entonces, el Madrid no juega con la misma alegría de antes. El palo de Vitoria fue muy importante en un equipo que, hasta el momento, viajaba viento en popa a toda vela. Su currículum era prácticamente inmaculado y todo el mundo les daba como favoritos para revalidar el título. Pero la realidad fue otra y un detalle dejó a los merengues en la cuneta.

Un golpe duro del que el equipo supo mantenerse en pie. Se perdió en Estambul, aunque una vez más fue porque el triple de Carroll no quiso entrar. Por lo demás, en Liga Endesa y Euroliga se continuaron sumando victorias. Pero, eso sí, la imagen ya no era la mejor. Lo de ganar sufriendo a dos equipos menores como el Alba de Berlín o el Bamberg ya era sintomático. En estos partidos se padeció en exceso, mientras que en Kaunas se ganó precisamente porque los detalles que antes habían dado la espalda al equipo ahora le sonrieron. Fueron un puñado de partidos en el filo de la navaja, decantados de cara gracias a que el talento acaba pesando.

Sin embargo, cuando uno juega tanto con fuego se termina quemando. Y así ha sido. Primero el Unicaja y luego el Canarias han hecho añicos en una semana lo que tanto había costado levantar: el fortín del Palacio. Ha sido la culminación de una crisis que se venía anunciando, que estaba telegrafiada en el juego reciente del equipo. Las piernas de los jugadores ya no acompañan como antes y las lesiones han empezado a ser una lacra: Pocius, Rudy, Draper, Hettsheimer... han faltado a algunos partidos recientes y se ha notado.

El caso del alero balear es especialmente preocupante. A sus casi 28 años la espalda le sigue condicionando mucho y no está para jugar más de 30 minutos por partido. Se hace imperioso cuidar de él porque el Madrid le necesita. Rudy no ha empezado bien el año y el equipo lo está notando. Aunque, por suerte, genios como Mirotic, Carroll o Sergio han logrado mantener en pie al club. Los tres están cuajando una campaña para enmarcar y el buen rendimiento en los resultados se debe, en gran parte, a ellos.
Pero no siempre se puede vivir de genialidades, de tener un buen día en el juego exterior. Si el Madrid no puede correr (algo que hace cada vez menos tras el desgaste de esta dura temporada) lo intenta solucionar a base de triples. Algo que es aceptable si tienes, posiblemente, al mejor juego exterior de Europa. Pero que no garantiza el éxito. Es una ruleta rusa abocada al balazo si no se tiene el día de cara al aro. Y es que el juego interior es casi anecdótico en los esquemas de Laso. El resultado es que se puede ganar a cualquiera, pero también perder con cualquiera. La situación no termina de estar bajo control y falta la seguridad que tienen los equipos con empaque, compactos en todas su líneas.

El enfoque hacia la velocidad y el talento hace que los pívots se sientan casi marginados por su rol. Su papel es secundario y la aportación de Begic y Hettsheimeir tampoco les está haciendo merecerse mucho más de lo que tienen. A estas alturas es más que evidente que no renovar a Tomic para quedarse con el esloveno fue un error. Como también lo ha sido no hacer un cambio de piezas para traer un '5' que aporte más soluciones. Hettsheimeir no termina de encajar y Begic es demasiado blando. Solo Felipe y Mirotic dan consistencia por dentro, mientras que Slaughter aporta lo que ya se esperaba: mucho trabajo, defensa e intensidad. Pero lo del juego ofensivo no es lo suyo.

Por ello, la apuesta de Laso sigue siendo clara: primar el juego exterior sobre el interior. Hay quien cree que así no se puede ganar la Euroliga, aunque yo no soy de ellos. No cabe duda que el Madrid está en su peor momento de la temporada, pero no podemos olvidar que lleva un parcial de 23-2 en ACB y un 9-2 en Euroliga. Lidera ambas competiciones y su panorama es envidiable. Algo que, después de tantos años de disgustos, suena a música celestial. Así que no es momento de ser derrotistas. Ni antes el equipo era invencible ni ahora se va a estrellar. Hay que llamar a la calma y reflexionar, poner todo en orden. Si Laso va a 'morir' con sus ideas, adelante, pero con frialdad y cabeza. Seguimos siendo unos privilegiados y podemos llegar muy lejos. Pero hay que mejorar y buscar soluciones, porque depender únicamente de la inspiración convertirá la temporada en un juego de azar.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Bale: Mejor ahora, mejor el Madrid



Quizás no sea el mejor momento para hablar de fichajes para la próxima temporada. Pero el mes de marzo es uno de los mejores meses para ir adelantando trabajo de cara al verano. Y el nombre de Gareth Bale empieza a no ser el de un cualquiera. El galés está explotando definitivamente este año y mucho tendrían que cambiar las cosas para que en julio no salga del Tottenham para firmar un contrato con uno de los grandes de Europa. Por eso, el Real Madrid haría bien en moverse en esta dirección.

Nos encontramos en año de elecciones en el Real Madrid. Sin embargo, la calma es evidente en estos momentos. El club tiene muchos frentes abiertos por definir antes de que sus socios acudan a las urnas y de ellos quizás dependa que Florentino Pérez vaya a tener competencia o no para ampliar su mandato. A día de hoy parece que no será así y que el empresario madrileño recibirá la renovación de la confianza del madridismo. Por ello, es muy probable que esta vez no haga ni falta que presente un nuevo proyecto deportivo cargado de nuevos nombres para ilusionar a la afición.

Algo a lo que hay que añadir las dudas sobre el futuro de José Mourinho. En los próximos cuatro meses se decidirá el rumbo que sigue la institución y eso es algo que, indudablemente, frenará un poco la planificación deportiva. De hecho, la misma también dependerá en gran medida de cómo acabe el curso presente. Y es que ya se sabe que el fracaso suele ser sinónimo de revolución, mientras que el éxito lo es de la estabilidad. De ahí que ahora solo podamos especular y hacer cábalas respecto a cómo nos gustaría que fuera el Madrid del futuro.

Sin embargo, con Bale se puede hacer una excepción. El galés gusta al club, aunque no parece que sea su prioridad. Más que nada porque la banda izquierda está más que asegurada con tres jugadores de nivel como Coentrao, Marcelo y Di María. Reforzar otras posiciones como el lateral derecho o el mediocentro parece bastante más necesario. Sin olvidar que los 70 millones de euros que podría valer el zurdo del Tottenham tampoco ayudan demasiado a comenzar las negociaciones. El tema es que, en mi opinión, Bale es uno de los pocos jugadores que podría valer este dinero. Y el momento para ficharlo es éste.

El jugador cumplirá 24 años el próximo mes de julio y ya se le ve hecho. Suena a estrella emergente, a futbolista llamado a pugnar con Messi y Cristiano por el reinado del fútbol mundial. Evidentemente tiene mucho que demostrar aún en un equipo grande, pero sus condiciones son inmensas. Es un futbolista polivalente, aunque en los últimos tiempos su poderío ofensivo le ha terminado de alejar del lateral. Pero, principalmente, es un jugador fuerte, rápido y potente. Me recuerda bastante a Cristiano Ronaldo, aunque con bastante menos gol. Hombre desequilibrante y de los pocos capaces de ganar partidos prácticamente él solo.

De todas formas, todavía hay algo más importante. Y es que Bale es madridista. Se 'muere' por compartir vestuario con su ídolo, Cristiano Ronaldo. Si el club blanco le dice 'ven', él apretará al máximo para que el Tottenham se lo facilite. La experiencia con Modric demuestra que en Londres son muy duros a la hora de negociar, pero el papel del galés puede ser fundamental. En este sentido, la operación se facilitaría mucho.

La cuestión es si el club estará dispuesto a hacer una inversión brutal por reforzar una posición donde el Real Madrid no está pasando 'hambre'. Su fichaje no es, ni mucho menos, imperioso o necesario en este equipo casi redondo. Y se está hablando de mucho dinero. Demasiado. Pero empieza a ser momento de decidir. Oportunidades como estas se presentan una vez en la vida, con mucha suerte en dos. Si no es el Madrid, a Bale se lo llevará otro (gran) equipo. Y lo más probable es que el madridismo tenga que 'sufrirlo' en sus carnes. Porque algo me dice que este jugador dará mucho que hablar en el futuro, esté donde esté. Así que, por lo que a mí respecta, hace dos años ya lo dije y lo vuelvo a decir ahora: Bale bien vale un esfuerzo.

martes, 5 de marzo de 2013

Los riesgos del trabajo bien hecho


Cuando un equipo empieza la temporada solo cuatro o cinco derrotas en más de cuarenta que disputa, existe el riesgo de que la confianza y el conformismo se instalen en la plantilla. En las últimas semanas percibo con algo de preocupación que el Real Madrid de baloncesto ha bajado algo el listón de su juego y que en los últimos partidos funciona más a impulsos que de forma regular.

Intuyo que las mayores dudas vienen tras la sorprendente derrota en la Copa del Rey ante el Barcelona. Perder ante el actual campeón de Liga puede entrar en todas las quinielas, pero la forma en que se hizo dolió especialmente. El Madrid tuvo posesión para ganar en el tiempo reglamentario e incluso tuvo el choque atado y ganado en la primera prórroga. Todo ello a pesar de que no se jugó ni mucho menos bien. El Madrid ha perdido ya dos veces esta temporada ante los culés y en las dos lo ha hecho dando la sensación de que es realmente superior a su rival. El problema es que los de Pascual jugaron en esos encuentros su mejor baloncesto y los blancos lo hicieron realmente mal.

Sin quitarle mérito al rival, el partido de Vitoria me dejó el poso de que el favoritismo le había hecho mucho daño a los de Laso. En ningún momento vi el juego dinámico y fresco de los primeros meses de temporada; sino más bien un basket lento, errático y asfixiado. Como si el Madrid se hubiera contagiado de la euforia que reinaba en el ambiente y no hubiera entrado al partido todo lo 'enchufado' que debía. Así que esa tarde se jugó mal, aunque también se pudo sacar una buena conclusión: el Barcelona tuvo que dar lo máximo para conseguir ir a la prórroga dos veces ante un Madrid muy mediocre.

La cuestión es que el equipo se ha quedado sin la Copa que levantó el año pasado. Página pasada. Sin embargo, en este último mes sigo sin ver al mismo Madrid arrollador de principios de la temporada. Más allá de un puñado de victorias fáciles y amplias en la Liga Endesa ante rivales menores, el equipo ha sufrido en casa ante las dos cenicientas de su grupo de la Euroliga, el Alba y el Bamberg. En ambos encuentros llegó con el agua al cuello al último cuarto, cuando hace poco más de dos meses ganó sobrado los dos partidos en Alemania. Bien es cierto que los sacó adelante, pero lo hizo porque supo espabilar a tiempo para sacar su orgullo.

No me cabe duda de que el Madrid está atravesando ahora el mayor bache de juego de lo que llevamos de temporada. A ello se ha unido la lesión de Pocius, un contratiempo por la ayuda en las rotaciones que daba el lituano. Además, el juego interior no termina de dar el paso al frente que se necesitaba, más allá del brutal Mirotic y el eterno Felipe Reyes. Begic aporta poco y a cuentagotas, mientras que Hettsheimeir parece algo dormido, quizás víctima de su adaptación a la ciudad y al juego después de varios meses de ausencia por lesión.

Además, el cansancio también empieza a hacer mella. Jugadores como Rudy, Draper o Suárez han estado algo tocados en los últimos días y el equipo se ha resentido más en su juego que en los resultados. Porque, más allá de este bajón evidente en el rendimiento, la temporada sigue siendo para enmarcar. En la Liga Endesa solo se ha perdido el partido del Palau y todo está encaminado para terminar como campeones de la temporada regular, mientras que en la Euroliga mucho tendrían que torcerse las cosas para no acabar entre los dos primeros del grupo del Top-16.

Es por ello que no hay por qué ponerse nerviosos. La Supercopa ya está en las vitrinas y la Copa del Rey se perdió por pequeños detalles. Y en la Liga y la Euroliga las cosas están mejor que bien. Sin embargo, esta trayectoria tan positiva no asegura nada e incluso puede generar confianza y relajación. El equipo debe de aprender del batacazo en Vitoria y ser consciente de que el favoritismo perjudica más que ayuda. Porque hacer las cosas tan bien también tiene sus aspectos negativos. Una idea que hay que asimilar cuanto antes para darnos cuenta de que todavía no hemos hecho nada. Porque queda lo más difícil, completar el trabajo empezado.

domingo, 3 de marzo de 2013

El Madrid tiene una cita con la historia


Probablemente mis mejores recuerdos futbolísticos en lo que respecta al Real Madrid sean de Old Trafford. Más allá de los títulos y las finales conquistadas, claro. Me refiero a aquellos partidos que se quedan en la retina de por vida por el espectáculo que desprendieron. Y es que el estadio del Manchester tiene algo que le hace especial. A la magia de los campos británicos se le une un aura de historia que convierte cada partido en un momento único. Por eso me gustó que el sorteo de Champions nos emparejara con ellos. Pasara lo que pasara, iba a ser una eliminatoria para disfrutar.

Y el momento ya ha llegado. Solo queda un día para que los blancos se jueguen más de media temporada en este mítico estadio. Posiblemente el Madrid más irregular de los últimos años, pues es un equipo que me lleva desconcertando toda la temporada. Sus bandazos están siendo más que evidentes, con unos futbolistas capaces de hacer el ridículo el 2 de febrero en Granada y de pasar por encima del Barcelona en el Camp Nou solo tres semanas después. ¿Por qué? Me lo he preguntado ya muchas veces, pero cada vez tengo más claro que la culpa la tiene la mentalización.

La cuestión es que el equipo llega al momento clave de la temporada lanzado y lleno de moral. El golpe dado en Barcelona el martes pasado fue brutal. Era la primer encuentro de la verdad y el Madrid aprobó con matrícula de honor. 0-3 a la hora de partido, un escenario que ni el más optimista podría haber anticipado. El resultado certificó lo que ya se venía anunciando con la Liga de la temporada pasada: este Madrid no tiene nada que envidiarle al Barcelona. Es más, hoy por hoy está un peldaño por encima de los culés.

La clasificación de la Copa del Rey ha actuado como bálsamo. El madridismo tenía hasta hace pocos días la comezón de que el equipo podía quedarse sin aspiraciones a principios del próximo mes de marzo. Ya no será así. En mayo nos espera una estupenda final para disfrutar ante el vecino de la capital. Un título al que aspirar, un motivo para ilusionarse los próximos dos meses, pase lo que pase en Old Trafford.

Mentiría si dijese que no temo al partido del martes. Los dos 'Clásicos' me han hecho ilusionarme, pero no quiero dar rienda suelta a la euforia. La temporada del Madrid no me lo permite. Han sido ya tantos golpes y sinsabores en la Liga que me espero cualquier cosa. No me cabe duda de que este equipo es bastante mejor que el Manchester y de que la empresa de empatar con goles o ganar es asequible. Sin embargo, cuidado. Porque el United tiene un fútbol radicalmente diferente al del Barça. Y están mucho mejor a nivel físico y mental que los culés.

Prudencia y optimismo, por tanto. La oportunidad es única, el Madrid llega a la hora de la verdad en su mejor momento. Hay que terminar de demostrar la pasta de la que está hecha esta plantilla. Si queremos ganar la 'Décima' necesitamos de una noche mágica como la del 19 de abril de 2000. Ese día el equipo merengue ganó 2-3 en Old Trafford en el, quizás, mejor partido que le he visto al Madrid. Este club es grande por partidos como esos, por presentarse siempre a sus citas con la historia. Y el martes tenemos la próxima en el 'Teatro de los sueños', el mejor lugar posible. Un campo que nos dará una nueva oportunidad para lograr la única asignatura pendiente del Madrid de Mourinho: la de conseguir en Europa una victoria a domicilio de prestigio que le libere de 11 años de lastre.