sábado, 26 de enero de 2013

Solo el Madrid es dueño de su destino

Es el año más difícil que le recuerdo al Madrid. Como club más importante que es, está siempre condenado a vivir en una marejada constante. Sin embargo, nada como lo que está sucediendo esta temporada. Bien es cierto que los dos primeros años de Mourinho tampoco fueron precisamente fáciles, pero esta vez se ha sumado el ingrediente definitivo: una mala trayectoria en Liga que ha envalentonando a sus detractores y les ha dado vía libre para que se lancen a su cuello.

Es un tema ya redundante, pero que no por ello se puede dejar de lado. A lo largo de la historia se ha dicho que la prensa es el cuarto poder y últimamente se está comprobando que su papel en el día a día del club es muy importante. Tanto como forzar a un presidente como Florentino Pérez a comparecer públicamente para desmentir la portada de un diario deportivo. Inaudito, pero necesario. Porque esa información de 'Marca' era un torpedo contra la línea de flotación merengue. Justo el día después de lograr uno de los mayores éxitos de lo que llevamos de temporada, la clasificación para las semifinales de la Copa del Rey.

En las últimas horas los acontecimientos se han ido precipitando. La conclusión que saco de todo ello es que el deseo y el ansia de que la información fuera cierta ha llevado a la precipitación. Vivimos tiempos donde la inmediatez provocada por Internet está haciéndole mucho daño al periodismo. Hoy en día la competencia es feroz, todos los medios tienen acceso instantáneo a la información. Y, en este punto, la distinción se consigue sacando algo novedoso y único antes que nadie.

El problema de ello es que muchas veces esta situación invita a no contrastar las fuentes ni a cerciorarse de la veracidad de la información. Como bien dijo Florentino, nadie de las cuatro personas que estuvo en esa comida fue llamado para confirmar que los datos eran ciertos. A partir de ahí, todas las demás fuentes son externas y, por tanto, mucho menos fiables. La gravedad de todo esto se cimenta en que ha sido una tercera persona la que ha filtrado (¡vía whattsapp!) algunos contenidos de la reunión con los capitanes y que, para colmo, el propio diario se ha tomado unas licencias con el fin de ganar sensacionalismo y llamar más la atención. En resumen, la portada del miércoles distaba mucho de lo que había sucedido en realidad.

A ello también hay que sumar un aspecto muy importante. Hay un sector de la prensa que no puede ni ver a Mourinho. ¿Por qué? Porque es áspero, incómodo, incorregible. Con él los medios de comunicación no pueden trabajar cómodos ni campar a sus anchas. Le encanta la polémica, sabe cómo tratar a la prensa para que hable solo de lo que él quiere. Es inteligente, en definitiva. Por eso, de él se ha dicho de todo. En muchos casos se ha llevado a extremos injustificables, con insultos y ataques realmente brutales. Algo que solo se paliaba hasta ahora con el buen rendimiento del equipo.

Pero justo cuando las cosas han empezado a ir mal en la Liga, este sector de la prensa se ha empezado a frotar las manos. Mourinho se las 'iba a pagar'. Por mucho que ahora se escuden en la información y en que su intención es contar lo que hay. Siempre he pensado que la objetividad no existe, como mucho se pude aspirar a ser honrado y lo más neutro posible. Pero la condición humana siempre está contaminada por los sentimientos. Y he aquí la prueba: el vestuario del Madrid seguramente no sea un lugar idílico. Pero es que no hay ninguno en el mundo que lo sea. Como todo grupo humano, hay sus roces y sus buenos momentos. Y el matiz reside en cómo enfocar este asunto.

El problema está en cómo se interpretan y se publican las 'informaciones' (algunas veces ni eso) que llegan sobre lo que sucede ahí dentro. Se puede hacer una lectura positiva o negativa. Dar importancia a algo común o valorarlo como tal. Por ejemplo, la discusión entre Mourinho y Cristiano. Como ella habrá habido decenas en estos tres años. Pero si un diario la saca en portada y la magnifica lo hace porque tiene algún interés detrás. En los últimos meses la prensa no ha dejado de decir que el portugués se iba a ir. Cada año prácticamente ha habido una novela con capítulos donde compraba una casa en Londres o matriculaba a sus hijos lejos de Madrid.

Por suerte, el único dueño de su destino es el Madrid. Su vestuario. Hay que aislarse del contexto. Aunque, como dijo el presidente, haya algunos interesados en desestabilizar al club porque no quieren ver más ni en pintura a Mourinho. De hecho, la portada de 'Marca' se podría aplicar a la prensa: "Presidente, Mourinho o nosotros". O se va el luso o mantienen la guerra contra el Madrid. Veremos si lo consiguen, aunque yo sospecho que esto solo va a servir para unir más al Real Madrid. Cuanto más difíciles sean las cosas, más habrá que pelear. Toca responder en el campo. Por eso, estoy seguro de que un éxito esta temporada sabría mejor que nunca. El mejor calmante para curar las injustas heridas que ha sufrido este club.

domingo, 20 de enero de 2013

Hay que dejar sonar el despertador


Quedan 23 días para que el Real Madrid empiece a verse las caras con el Manchester United. El margen de preparación se acaba y hasta hace dos días el equipo seguía dormido, aunque tras lo de Mestalla cabe estar expectantes. Después de un primer tramo de temporada muy irregular donde los blancos solo han hecho un puñado de buenas actuaciones ahora es momento de mantener el tipo en la Liga y pelear por la Copa a la espera de que el camino a la final sea también una de las tablas de salvación con las que salvar la temporada. Sin embargo, el verdadero y primer examen final llegará ante el equipo de Ferguson. Y ahí sí que será un todo o nada.

Es muy duro estar a estas alturas de campaña y mirar la clasificación de la Liga. El 'dolor' se acrecienta si se compara la presente con la pasada. Venimos de levantar el título de la regularidad más impresionante de la historia del fútbol español y se podría decir que del europeo también. Sin embargo, el equipo ha encadenado dos temporadas antagónicas: del todo a la prácticamente nada. Y eso es difícil de asumir, pues no se puede entender que una versión mejorada de la misma plantilla esté dando un rendimiento tan bajo.

A día de hoy me sigo preguntando una y otra vez qué le pasa al Madrid. Si es un problema físico o mental, de confianza. Y cada vez que lo hago llego a la conclusión de que es algo mental. No hay fútbol, el juego no fluye como la temporada pasada. Las líneas no están juntas y cada futbolista merengue con el balón en los pies es un islote. Más allá de lo visto ayer, el equipo lleva varias semanas con problemas para asociarse, para combinar. La goleada en Mestalla debe ser el camino a seguir, está claro. Pero lo difícil será mantener el nivel de un día durante los próximos meses.

Con el fútbol que presentaba el equipo hasta el sábado va a ser difícil eliminar al Manchester United. Lo ocurrido en Valencia da esperanza de que los jugadores cambien el chip y den lo mejor de sí en estos dos partidos y los que pudieran venir después. Algo así como recuperar la magia que hizo que el Real Madrid ganara la séptima, la octava y la novena en temporadas ligueras similares a la actual. El concepto es apostar todo a la carta europea, aunque en este caso sin despreciar la de la Copa del Rey.

Estoy convencido de que el Real Madrid es más equipo que el Manchester United. Y de largo. Pero hoy en día no se gana a nadie en segunda velocidad. Ni en España ni en Europa. Por eso hay que cambiar algo respecto a lo que estábamos viendo hasta hace dos días. De momento el equipo ha subsistido en Copa y Champions por su tremenda calidad y porque tiene a Cristiano, un jugador que empieza a entrar en la etapa más dulce de su carrera. El mes que viene cumplirá 28 años, una edad de plenitud física y futbolística que puede y debe aprovechar el Madrid, pero que nunca debe ser el único punto de apoyo.

Porque el equipo necesita a gente como Di María, un futbolista básico la campaña pasada y que en Mestalla volvió a parecerse al que deslumbró la campaña pasada. O a Higuaín, otro renacido el domingo en la ciudad del Turia. Y también a Özil, intermitente en su juego, pues lo mismo se sale una tarde que ni se le ve la noche siguiente. En definitiva, a todos. Y es que últimamente solo algunas excepciones como Khedira y Ramos están dando su verdadero nivel. Solo teniendo a la plantilla en su mejor versión la eliminatoria ante el equipo inglés se hará cuesta abajo.

Así que las próximas tres semanas deben tomarse como una fase de preparación, como un reto donde se debe mejorar cada día. Sin olvidarnos de la Liga, una competición que nunca merece la dejadez del Real Madrid. Con una distancia tan abismal de Barcelona y Atlético de Madrid el equipo blanco está obligado a rendir al máximo en todos los partidos por orgullo. Hay que acabar el campeonato de la forma más digna posible e ir a por los dos títulos que quedan pendientes. Aún estamos a tiempo de darle un final feliz a esta temporada que ha empezado tan mal. Pero para ello hay que despertar del todo. Y cuanto antes, mejor.

domingo, 13 de enero de 2013

Un Real Madrid multifuncional


Por fortuna los primeros meses de temporada han sido de cierto equilibrio en el madridismo. Mientras el equipo de fútbol seguía una trayectoria de lo más preocupante, el conjunto de baloncesto nos daba la de cal mostrando una de las mejores versiones que se le recuerdan en mucho tiempo. Diría que ni siquiera el Madrid de Plaza que ganó Liga y ULEB en la temporada 2006/07 jugaba tan bien como lo hace ahora el de Laso. Y es que por fin han dado con la 'tecla' en los despachos del club blanco.

Cuando el Real Madrid anunció el fichaje del técnico vitoriano hace ahora poco más de un año y medio las reacciones no fueron demasiado positivas. Venía un entrenador joven, sí, pero también inexperimentado. En su currículum solo contaba con una temporada en el Pamesa Valencia y cuatro años en el Lagun Aro, un conjunto de perfil bajo de la ACB. El club pasaba de un técnico puntero en el baloncesto FIBA como Messina a Laso en cuestión de cinco meses, con Molin de por medio. Por eso, la sensación era de que la sección había dado un paso atrás, de que su proyecto más ambicioso se había quedado en agua de borrajas para volver de nuevo a apostar por una 'clase media'.

Pero los meses fueron pasando y el Madrid cada vez daba mejores sensaciones. La palabra 'especular' desapareció de la cabeza de los jugadores y los blancos empezaron a hacer un baloncesto vertiginoso y espectacular en el que se sacaba partido de las mayores virtudes de gente como Llull, Sergio Rodríguez o Carroll. El Palacio empezaba a disfrutar de un juego sin ataduras, totalmente liberado y que entraba por los ojos. Y, por si esto fuera poco, en febrero el Real Madrid lograba la Copa del Rey en el Sant Jordi después de 19 años de sequía fulminando al Barça en su propia casa.

La temporada ya estaba salvada, pero aún así el equipo llegó a la final de la ACB y solo se dejó el título por un maldito triple desde Las Ramblas de Marcelinho Huertas. El Madrid fue mejor que su rival en los tres primeros partidos de la eliminatoria, pero solo pudo ganar dos de ellos. Así que la Liga se escapó, pero no fue nada grave. Al menos, para la mentalidad del cuerpo técnico y de la plantilla. El curso había acabado con mal sabor de boca, pero la sensación global es que había sido un buen año. Lo importante fue que Laso salió reforzado, de manera que pudo planificar la nueva campaña con total libertad.

Así, en verano se dieron un puñado de pequeños retoques. Uno fundamental, estratosférico: Rudy Fernández, la guinda del pastel. Y otros menores, pero también importantes: Draper, Slaughter y después Hettsheimeir. Principalmente músculo, intensidad defensiva y solidez. Tres hombres que llegaron como semi-desconocidos, como actores secundarios sobre los que se podían hacer muchas preguntas. Pero, a día de hoy, ya piezas vitales. Porque si algo tiene el Madrid actual es que un equipo 'redondo', prácticamente sin aristas. Dispone de jugadores de todo tipo que se pueden adaptar a multitud de situaciones.

Es cierto que este Madrid está programado para correr y cuando no lo hace sufre bastante. Pero lo habitual es que venza prácticamente siempre. De 31 partidos oficiales se han ganado 27 y las cuatro derrotas han sido a domicilio ante Khimki, Panathinaikos, Cantú y Barcelona. Golpes asumibles, teniendo en cuenta que no eran choques decisivos. De hecho, en el Palau Navarro tuvo que hacer el partido de su vida para que los culés ganaran apuradamente. Y eso es mucho decir, porque Juan Carlos es un jugador de esos que sale una vez cada dos o tres generaciones.

De todas formas, no se puede negar que en las últimas semanas el Madrid ha bajado algo su nivel en el juego. Algo perfectamente asumible por otra parte. El cansancio empieza a hacer mella, aunque el equipo está confeccionado para tener uno de los banquillos más completos de Europa. Y aún así, sigue ganando. Como el viernes ante el Zalgiris, un rival de lo más indigesto. Pero en un mal día de Rudy y Carroll apareció el 'Chacho' con un triple de genio. Es lo que tiene este Madrid, que si una noche no te mata uno de sus cracks siempre habrá otro dispuesto a hacerlo.

Es pronto para decirlo, pero estoy realmente ilusionado con el Real Madrid de baloncesto. Desde tiempos de Arlauckas y Sabonis no he visto un equipo blanco tan poderoso, con tantas opciones de hacer algo grande en Europa y en España. Todos los mimbres están preparados para llegar lejos en las tres competiciones y ya solo será cuestión de tener suerte y saber competir a la hora de la verdad. Las cosas se han hecho bien en el último año y la Copa y la Supercopa son la demostración. Ahora, por fin, el madridismo puede disfrutar de un equipo a la altura de sus vitrinas. Y es que han sido muchos años de sinsabores y errores, pero esta vez quizás podamos decir sin timidez que la espera ha merecido la pena.

domingo, 6 de enero de 2013

Un acercamiento con pies de plomo


El Real Madrid me ha sorprendido en este inicio de año. Y para bien. En ningún momento hubiera podido esperar que el club diera un giro de 180º en su política de comunicación y decidiera que el 2013 sea de aperturismo mediático. Desde el primer día varios jugadores de peso del vestuario han ido desfilando por la sala de prensa de Valdebebas. Algo prácticamente inaudito y que viene a ser una declaración de intenciones sobre el rumbo que quiere llevar el club en este final de temporada.

Es evidente (y así lo apuntan todas las informaciones) que el presidente Florentino Pérez ha sido el que ha tomado la decisión al respecto. Quizas la proximidad de elecciones algo haya tenido que ver. Pero también el hecho de que el equipo llevaba cerca de un año y medio encerrado en su propia burbuja, enquistando su relación con la prensa. Y todo ello en gran parte por culpa de los medios de comunicación. La situación llegó a entrar en una espiral negativa que se retroalimentaba, pues a menos facilidades que ponía el Madrid a la prensa, más afiladas se volvían las 'plumas'. Y esto solo provocaba más la cerrazón del vestuario, prolongando el ciclo.

Tengo claro que la prensa no se ha ganado este 'premio' precisamente por su buen comportamiento, al menos el sector crítico que en estos meses se ha dedicado a difamar y a acosar al club y a su técnico de manera incesante. Además, hay quienes han interpretado este movimiento del Real Madrid como una claudicación ante este acoso y derribo, aunque yo tampoco quiero verlo así. Más bien lo interpreto como una llamada a la normalidad, a volver a funcionar como siempre lo ha hecho el club: con transparencia mediática, favoreciendo que sean los propios jugadores los que silencien las especulaciones si lo consideran oportuno.

Porque la única forma de acabar con las polémicas absurdas, las informaciones erróneas o las 'bombas de humo' es arrojando luz con la verdad. Ahora los futbolistas podrán hablar claro si lo estiman, siendo más dueños de lo que se diga de ellos. Por ejemplo, se ha hablado últimamente mucho sobre el futuro de Cristiano Ronaldo. No pocos medios han estado ahondando en su posible traspaso al United el próximo verano. Por eso, vino muy bien que el portugués se expusiera a los focos el pasado miércoles. Y es que yo, como madridista, estoy algo más tranquilo tras escuchar sus palabras.

Las falsedades deben combatirse con la verdad. En ocasiones, la ausencia de información provoca que la profesión periodística se haga retorcida, buscando la noticia por caminos bastante espinosos en un contexto contaminado por los intereses personales. Por eso, no cabe duda de que en los últimos meses la situación entre prensa y el Real Madrid había llegado a un grado de tirantez extrema, siguiendo un línea en la que ninguna de las dos partes salía beneficiada.

Así, el Madrid ha dado el primer paso para normalizar la situación. Desconozco si esto servirá para que algunos medios relajen su política de acoso y recibo. Diría que lo dudo. Bajo esta idea, puede parecer una locura darle agua al 'enemigo'. Pero no se puede negar que este movimiento es un arma de doble filo, pues ahora la voz del club se va a escuchar con fuerza. Los futbolistas van a hablar y van a poder aclarar muchos aspectos, evitando que se especule más de la cuenta a costa de ellos gracias a su silencio.

Y los aficionados saldrán ganando. El madridismo sabrá de sus jugadores por su propia boca, no únicamente por lo que escriba o diga la prensa. Se acabaron los días en los que suponíamos el estado ánimo de Casillas o Cristiano Ronaldo por lo que nos contaban los medios. Ahora ellos nos lo dirán claramente. Es una forma de recuperar parte del control, una aproximación del equipo a su gente, más allá de la prensa. Un paso adelante hacia el entendimiento, pero que también debe ser dado precacución. El sector 'duro' de la prensa aún tiene mucho que demostrar antes de que el club baje la guardia. En consecuencia, solo puedo decir que sí a las ruedas de prensa, pero con pies de plomo. Seguimos solos.