miércoles, 25 de mayo de 2011

El enigma Velickovic y otros casos

11,3 puntos; 4,7 rebotes y 2,1 asistencias en casi 23 minutos de juego de media por partido. Son datos de un jugador miembro de la selección cuarta clasificada en el último Mundobasket, la de Serbia. Se trata, más en concreto, de un ala-pívot de 24 años. ¿Le parecen buenos números? ¿Cree que, a simple vista, estos le harían recomendable para que el Real Madrid lo fichara? Si ha contestado que sí, está de enhorabuena, porque este jugador ya viste la camiseta blanca. O no. Porque de quien estamos hablando es de Novica Velickovic.

Ahora, pasemos a sus números esta campaña en el Real Madrid. En concreto, a los que está haciendo en la ACB. O mejor dicho, a lo que le están dejando hacer. Tres puntos, tres rebotes y una asistencia para dos de valoración de media en los 11 minutos que suele promediar en los 29 partidos que ha jugado esta campaña. De hecho, en los dos últimos partidos de temporada regular no disputó ni un minuto, uno de ellos por estar de baja; y este domingo en Fuenlabrada apenas pudo disfrutar de unos segundos sobre la cancha. ¿Qué está pasando con Velickovic?

El serbio llegó en el verano de 2009 al club blanco con el honor de haber sido nombrado la campaña anterior como mejor jugador joven de la Euroliga. Con 22 años fichaba por el Real Madrid procedente del Partizan de Belgrado y lo hacía convirtiéndose en la primera contratación del nuevo proyecto que estaba preparando Messina. El italiano lo traía a la capital de España como apuesta personal para acabar de pulir su talento y hacer de él uno de los mejores '4' de Europa.

Sin embargo, un buen comienzo en el club merengue no impidió que pronto la cosa se torciera. Velickovic tenía minutos en el equipo para demostrar su calidad, pero las necesidades de la plantilla le obligaban a jugar muchos de ellos de '3', algo a lo que al serbio le costó mucho adaptarse. Los resultados en la cancha tampoco ayudaron, pues el Real Madrid no logró ningún título la pasada temporada. Pero, aún así, el balcánico pudo cerrar una buena temporada con 10 puntos, 5 rebotes y una asistencia de media en unos 23 minutos por choque.

El problema acabó por llegar esta temporada. Contrataciones que reforzaban mucho la pintura como la de D´or Fischer o la de Ante Tomic o la ascensión de Mirotic le complicaban mucho la tarea a Velickovic. Pero el serbio volvía en septiembre a Madrid en mejor forma que nunca, reforzado por su gran papel en el Mundobasket. Algo que a Messina pareció importarle poco, pues el italiano le fue dando poco a poco un papel residual al jugador hasta convertirlo en la última opción de las rotaciones interiores del equipo.

Ni siquiera la renuncia del técnico transalpino ha mejorado la situación, pues Velickovic sigue calentando el banquillo. Mientras tanto, el Real Madrid hacía un mal papel en la Euroliga al verse superado claramente en el juego interior por Maccabi y Siena; toda vez que Velickovic solo disponía de 10 minutos en el partido de consolación ante los italianos. Todo un lujo tener a este jugador en el banquillo, mientras que en Europa conjuntos como el CSKA o el Panathinaikos se pegan por contar con sus servicios. Por mi parte, no tengo dudas de la calidad de Velickovic, por lo que me sorprende esta decisión técnica por parte del equipo. Algo que me hace considerar que el Real Madrid de Baloncesto está teniendo tendencias autodestructivas esta campaña.

De hecho, el caso de Velickovic solo es uno más de los varios que se están dando la presente temporada. En pleno mes de mayo sigo sin entender cómo el club fichó a Begic en enero pasado, contratación que supuso a su vez la salida de Garbajosa del equipo. No valoro la calidad del bosnio, sino que simplemente, me remito a lo que lleva jugado en estos cuatro meses. 10 partidos de ACB con un promedio de seis minutos, 3,8 puntos, un rebote y 3,5 de valoración por partido. ¿Para qué contratar a un jugador que luego no va a jugar? ¿Por qué echar a un internacional como Garbajosa, en claro declive, pero muy querido en el vestuario y de gran aportación todavía en la cancha?

Y podría seguir con jugadores como Vidal o Sergio Rodríguez. El catalán llegó a Madrid hace dos veranos como capitán del Tau y palmarés envidiable. Hoy, es un claro candidato a abandonar el equipo al acabar la temporada tras ser casi siempre el undécimo jugador en las rotaciones. Y en cuanto al canario, bien es cierta su irregularidad, pero un jugador de su calidad creo que merece algo más que 19 minutos de media por partido. Situaciones extrañas que dan como resultado que el Real Madrid sea un equipo que utiliza poco y mal todos sus recursos, con rotaciones cortas de ocho o nueve jugadores a pesar de tener una de las mejores y más amplias plantillas de Europa.

Todo ello me lleva a pensar que el gran problema de esta temporada del equipo ha estado en el banquillo, no en la pista. La gran calidad como técnico de Messina no se ha plasmado en un equipo comprometido con sus ideas, lo que se ha traducido en una crisis interna que ha impedido ver en acción todo el potencial de este Real Madrid. Tras su salida del club, su segundo Emanuele Molin ha querido mantener una línea continuista, lo que ha valido para llegar a la Final Four y estar peleando por la ACB. Pero, visto lo visto, este equipo necesita algo más para ser exprimido al máximo. Se precisa de que en la sección todo el mundo reme en la misma dirección, de que el equipo vuelva a ser la piña que le llevó a ganar hace unas temporadas Liga y Copa ULEB. Mimbres y juventud hay, ahora solo falta que llegue el patrón adecuado para darle a cada 'pieza' del equipo su utilidad necesaria.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Un proyecto al que solo le falta creer

Más allá de los amistosos pre veraniegos, la temporada tocará a su fin este sábado para el Real Madrid. Es hora, por tanto, de hacer un balance de lo logrado y de valorar la imagen que ha dejado el equipo en este último tramo de campaña. Y es que, en este momento, la clave de ello pasa por intentar responder a una pregunta fundamental: ¿en qué está mejor este equipo del que acabó la campaña pasada su periplo en la Rosaleda?

Veamos, el año pasado en el torneo liguero el Madrid acabó segundo clasificado con 96 puntos, a tres del campeón, el F.C. Barcelona. Antes, había caído en los dieciseisavos de final de la Copa del Rey tras ser humillado ante el Alcorcón, mientras que en la Champions el equipo fue incapaz de superar por sexto año consecutivo la ronda de octavos. En cuanto al juego, bien es cierto que Pellegrini había puesto las bases estructurales del proyecto con jugadores como Kaká, Cristiano Ronaldo o Benzemá, pero no se puede decir que hubiese un estilo definido.

En consecuencia, la sensación que quedó en el aire era la de fracaso. De ahí que Florentino y Valdano decidieran darle un cambio de rumbo al club contratando a José Mourinho, técnico precedido por sus éxitos en Portugal, Inglaterra e Italia y avalado por la Champions recién conseguida con el Inter de Milan. La idea era iniciar el enésimo proyecto florentiniano, pero esta vez limitándose a cubrir y retocar las cariencias evidenciadas tras una temporada que se había construido más sobre nombres que sobre necesidades, para variar.

Así, esta vez se le dio vía libre al entrenador, a José Mourinho, para crear un equipo ganador. Vinieron gente como Di María, Özil, Carvalho ó Khedira; mezcla de juventud y veteranía con un síntoma común: hambre por triunfar. Por una vez en mucho tiempo parecía que las piezas encajaban, pues el Real Madrid gozaba de una plantilla amplia, equilibrada, competitiva y de calidad. Condiciones que no se habían reunido en las temporadas previas.

Y desde el principio los resultados empezaron a llegar. Todo marchaba sobre ruedas, liderato y síntomas de buen juego. Hasta que llegó el gran Clásico de finales de noviembre. 5-0 y otra vez las dudas. El Barcelona de nuevo por encima y el equipo sin acabar de enamorar con su fútbol a la grada del Bernabéu. Pasaron así las semanas, mezcla de solvencia e incertidumbre en los jugadores y aficionados. Sin embargo, poco a poco el equipo pasaba las pruebas clave de la temporada: las eliminatorias de Copa del Rey y de Champions, precisamente la condena de Pellegrini el año anterior.

En estas, el Madrid se plantó en la final de la Copa del Rey y en semifinales del máximo torneo europeo. El problema, que enfrente estaba el todopoderoso Barcelona. Unos enfrentamientos que se veían como el examen final a la primera campaña de Mourinho en el Madrid. Y el resultado de los mismos no ha sido más que una plasmación de lo que ha sido la temporada. Irregularidad, polémica y resultadismo producto de un club necesitado de títulos. Un aprobado unido a un “progresa adecuadamente”. O lo que es lo mismo, la Copa del Rey a cambio de una tregua institucional de una temporada.

Digo esto porque la campaña clave para este equipo, para este proyecto, para José Mourinho, debe ser la próxima. En este año valía volver a poner las manos sobre el torneo del K.O. tras 18 años de sequía, pero para el que viene eso no será suficiente. El próximo debe ser el de la reconquista liguera y el de la Décima, porque el Real Madrid no se puede permitir que su eterno rival haya establecido una ‘dictadura’ de tres años a nivel nacional y en Europa sea el ganador del duelo directo entre ellos, sea con o sin árbitros de por medio.

La lógica del fútbol hace pensar que en la 2011/12 todo será más fácil. El trabajo más difícil, el de hacer crecer al equipo, está hecho; de manera que el Real Madrid que veamos a partir de julio debe ser el que marque los verdaderos límites del proyecto de José Mourinho. Para ello el trabajo que queda por hacer este verano es el de terminar de cerrar las soldaduras de la plantilla, trayendo a jugadores de gran rendimiento para las posiciones evidenciadas como más débiles. Sahin y Altintop pueden ser un ejemplo de ello. Aunque, por qué no, todo ello dejando la puerta abierta al tradicional crack mediático de Florentino. Algo que no sería más que rizar el rizo de un proyecto que solo necesita creérselo para conseguir sus objetivos principales.

jueves, 12 de mayo de 2011

Los límites de la estabilidad


A falta de dos jornadas para finalizar la Liga, la temporada ha terminado virtualmente para el Real Madrid. Es momento, por tanto, de que la prensa madrileña enfoque sus páginas y sus análisis hacia los futuribles fichajes, a la par que en el club se empiece a hacer un balance detallado de los aciertos y los errores que se han producido esta campaña. Y es que, de realizar ahora un análisis correcto y adecuado depende que la próxima temporada tenga un final mejor que la presente.

El club blanco trajo hace diez meses a Mourinho con el objetivo de lograr títulos y competir directamente con el mejor Barcelona de la historia. Pues bien, pasado este tiempo, el luso lo ha conseguido. No con matrícula de honor, pues la competición que se ha ganado ha sido la Copa del Rey, la de menor valor en disputa, a lo que hay que añadir que el equipo no ha completado sus objetivos en la Liga y la Champions. Pero sí con aprobado alto. Es decir, la conclusión superficial es que el Real Madrid ha salvado una complicada temporada y lo ha hecho estableciendo unas importantes bases de cara al futuro.

Desde el 2003 era evidente que este club estaba a la deriva a nivel institucional y deportivo. En consecuencia, la llegada del luso ha supuesto una cierta ambivalencia en ese sentido. Por una parte, el equipo ha dado síntomas de tener las ideas  claras y de saber muy bien lo que quería, mientras que desde la cúpula directiva se ha querido arropar continuamente al entrenador. Pero, al mismo tiempo, Mourinho ha supuesto un terremoto mediático y ha generado un clima de convulsión continua que no ha beneficiado demasiado a la imagen del Madrid.

No cabe duda que la apuesta por fichar al técnico era muy arriesgada. Conllevaba llevar aguantar hasta el extremo sus consecuencias, so pena de caer en los viejos vicios del pasado, como los de devorar a los entrenadores de manera voraz, fomentando así la inestabilidad. Es decir, con su contratación, se podría decir que el Madrid le ha vendido su alma a Mourinho. Recuperar la gloria deportiva del club a cambio de que el de Setúbal tenga vía libre para hacer y deshacer y, lo más importante, decir o no decir lo que quiera, cuando quiera y como quiera.



Una decisión aceptable teniendo en cuenta la situación crítica a nivel deportivo que venía arrastrando en el último lustro. Pero también peligrosa, pues el ex de Chelsea e Inter se ha acabado por descontrolar. Con razón en muchas ocasiones, sin razón en unas pocas, el portugués ha sido fiel a su forma de ser y se ha convertido en el verdadero protagonista del club. Árbitros, rivales y medios de comunicación han sido objeto de sus críticas ácidas y mordaces. Sin embargo, lo más sorprendente de todo es que Mourinho también ha desarrollado una guerra interna con Jorge Valdano, algo menos admisible por el hecho  de tratarse de un miembro destacado del club.

Todo apunta ahora que el argentino no continuará en julio como director general. Y quién sabe, quizás sea Hierro su sustituto. Por lo tanto, el portugués habrá ganado una nueva guerra. La cuestión es que ésta sea la última que genere en el seno interno del Real Madrid, porque dudo de que la instución esté preparada para sobrellevar una temporada más como la actual. Por eso, y partiendo de la idea de que Mourinho es incorregible, el club haría bien en sentarse al final de la temporada con él y pedirle moderación. No en el sentido de aplacar su protagonismo, sino de enfocarlo hacia el bien común del madridismo. Y a este no se llega de otra manera que remando en la misma dirección.

Lo digo porque el trabajo a nivel deportivo que el entrenador ha hecho con este equipo es digno de elogio. Tras casi tres años de sequía ha traído ya el primer título y, además, le ha dado sentido y coherencia al juego desarrollado. El cual, será mejor o peor en función del rival y del partido, pero al menos evidencia dedicación, seriedad e ideas claras. De hecho, el Madrid puede, por fin, decir que tiene una plantilla joven, competitiva, de calidad y con mucha hambre. En definitiva, hay unas bases excepcionales para conseguir éxitos a corto plazo, por eso solo queda tener paciencia y valorar como buenos los resultados de esta temporada.

De hecho, creo que los grandes equipos no se hacen de un día para otro. El propio Barcelona de Guardiola fue en gran parte herencia del equipo que le legó Rijkaard, y ejemplos como este podíamos encontrar muchos. En consecuencia, el Madrid está obligado a tener estabilidad en su banquillo y en los despachos. Y para ello, es fundamental que Mourinho empiece racionalizar sus declaraciones. No es cuestión de pedirle que cambie de actitud, sino de que, manteniéndola si quiere, encuentre la manera de no perjudicar al Madrid creándole problemas interno. Porque, de no cambiar su enfoque, esta estabilidad podría acabar siendo muy corta.

viernes, 6 de mayo de 2011

Análisis del Maccabi: Un lobo con piel de cordero


Después de dieciséis añós sin saborear lo que es estar en una Final Four europea, el Real Madrid regresa este viernes al olimpo de los 'dioses' del baloncesto con la ilusión puesta en conseguir la ansiada 'Novena'. Para ello deberá vencer en su primera prueba al Maccabi Tel-Aviv, un conjunto que llega con humildad y un baloncesto sin fisuras.

El Maccabi se presenta en Barcelona con balance de 15 triunfos y 5 derrotas en los partidos europeos de esta temporada. De ellos, los parciales se distribuyen en un 9-1 en la fase de grupos, un 3-3 en la del Top-16 y un 3-1 en la eliminatoria de cuartos de final ante el Caja Laboral, al cual le ganaron el factor cancha. En consecuencia, se puede decir que este conjunto ha alternado fases de consistencia con otras de gran irregularidad, ya que en la penúltima ronda los de David Blatt pasaron grandes problemas para clasificarse como segundos en un grupo que acabó liderado por el Regal Barcelona.

Los hebreos dominan varios apartados estadísticos entre los equipos presentes en la Euroliga. Son los más anotadores (82’2 por solo 71’2 encajados), los segundos más reboteadores tras el Madrid (36,5 rebotes por 38,5 merengues), los mejores en asistencias (16,1 por partido) y los segundos, tras Siena, en robos (9,25).  Entre sus triunfos, destacan los cuatro obtenidos sobre el conjunto victoriano, en contraste con las dos derrotas sufridas ante ellos. Además, también han sido capaces de apullar a otros grandes rivales como la Lottomatica de Roma (99-58), la Union Olimpija esloveno (104-67) o el Zalguiris lituano (86-70). En cambio, su rival culé en el Top-16 fue capaz de ganarles los dos partidos, por 81-71 en el Palau y 85-92 en el Nokia Arena.

En cuanto a su plantilla, el conjunto hebreo cuenta con una explosiva mezcla de juventud y veteranía. Ejemplos de estos extremos son el prometedor pívot serbio Milan Macvan y el veterano base (eterno se podría decir) Derrick Sharp. A una base apoyada en siete jugadores hebreos, el equipo ha aunado el talento de cuatro norteamericanos y el poderío de dos de las principales estrellas serbias (Macvan) y griegas (Schortsanitis).

El pívot heleno es precisamente el núcleo central (12,3 puntos, 4,3 rebotes en 19 minutos de media) del juego interior macabeo. El jugador ha superado recientemente una importante lesión y no llegará a la cita en su mejor momento, aunque su participación será vital para equilibrar un juego interior donde el Madrid tiene ventaja a priori, ya queninguna de sus torres supera los 2,07 metros. Junto a él estarán Yaniv Green y Lior Eliyahu, dos jugadores de buen nivel que acostumbran a tener un papel residual en el equipo, especialmente Green. En cuanto a Macvan, el balcánico no está terminando de explotar y vive a la sombra del griego (3,9 puntos, 1,6 rebotes en 9 minutos).


Así, el gran peligro de este equipo llega desde el exterior. En la creación está el MVP del pasado mes de marzo en la Euroliga, Jeremy Pargo. Se trata de un base total (13 puntos, 3,5 rebotes y 3,9 asistencias en 29 minutos) que monopoliza la dirección del equipo con la ayuda esporádica de Burnstein. Para el juego ofensivo queda el escolta norteamericano Chuck Eidson (8,9 puntos, 4 rebotes y 3,8 asistencias en 29 minutos), un jugador que ha bajado su rendimiento en esta última campaña. Sin embargo, su mejor '2', Doron Perkins, está fuera de combate por una grave lesión sufrida ante el Caja Laboral. Su ausencia puede ser crucial a nivel defensivo, pues Perkins pasaba por ser el mejor reboteador del Maccabi con 5,4 rechaces por choque.

Y en el puesto de alero son los hebreros Pnini y Blu junto al americano Hendrix los que sustentan una línea sin mucho talento.  Así, su trabajo pasa por apoyar en los aros y trabajar en defensa, con unos promedios estadísticos por cada uno de ellos cercanos a los 8 puntos y los 3 rebotes en casi de 20 minutos de juego de media. Lo que viene a concluir que el Maccabi es un equipo muy poderoso a nivel ofensivo y físico, el cual tiene como fundamental la aportación de sus dos jugadores estrella, Pargo y Schortsanitis. Frenarlos a ellos y desarrollar un juego inteligente y de control, de bajo tanteador, serán aspectos claves para poder ver al Real Madrid en la final del próximo domingo.

miércoles, 4 de mayo de 2011

La cara dura del fútbol

Se acabó lo que se daba… por esta temporada. Al final, el pronóstico de José Mourinho se cumplió este martes y el Real Madrid fue a Barcelona para hacer de mera comparsa. Bien es cierto que el juego del conjunto blanco no fue bueno a lo largo de toda la eliminatoria. Pero también lo es que la escuadra culé solo solventó con solvencia el duelo cuando se vio favorecido por la inercia de unos arbitrajes que adulteraron cualquier análisis posterior a los enfrentamientos. Y es que, aunque algunos aficionados se empeñen en defender que con el Barça ganó el fútbol, lo sucedido en esta eliminatoria le ha hecho mucho daño a la imagen del llamado ‘deporte rey’.

Ser madridista implica tener unos valores, sí. Pero no conlleva ser cándidos y aceptar agachando la cabeza los errores arbitrales cuando son claramente nocivos para el equipo. La educación y el señorío es algo que este club lleva grabado a fuego en su escudo, si bien estos aspectos también dan cabida a expresar desacuerdo cuando se cometen ciertas injusticias con el equipo. Por tanto, las quejas (siempre desde el respeto) ante los sibilinos arbitrajes sufridos en la Liga de Campeones no deben entenderse como pataletas, sino como expresiones de un sentir acorde a lo que ha supuesto un grave daño deportivo e institucional para el Real Madrid.

Los hechos dicen que la UEFA jugó con fuego al designar a De Bleeckere como colegiado para el choque de vuelta. Su nombramiento era un pábulo a la especulación, a mirar con lupa un arbitraje que se había convertido en más protagonista que los propios equipos en sí. Casualidad o no, el belga se equivocó de manera clara en una acción que, como la de Pepe, cambió el partido y la eliminatoria por completo. Más leña para el árbol caído y más sensación de impotencia para una afición que ya llegaba al Camp Nou con la mosca detrás de la oreja. Y todo porque al máximo organismo europeo le va la marcha, lo cual levanta dudas realmente sobre la bondad de sus intenciones.

Creo, por tanto, que con otros arbitrajes la eliminatoria hubiera sido otra. No se puede negar que el planteamiento del Madrid en el partido de ida fue demasiado conservador. Pero tampoco que los blancos tenían el partido del Bernabéu controlado hasta la expulsión de Pepe. En una decisión polémica pero loable, Mourinho decidió apostar por el empate a cero en el partido de ida, quizás teniendo en cuenta que, en una eliminatoria equilibrada, la lógica dictamine que ésta se gane en los partidos a domicilio. Especular sobre qué hubiera pasado sin la roja al luso es fútbol ficción, pero es algo que invita a pensar en un choque de vuelta con todo en el aire.



En consecuencia, los planes de Mourinho saltaron por los aires cuando Stark metió la mano. Criticarlos ahora es un acto de puro ventajismo, por mucho que su apuesta por el no fútbol fuera evidente en el coliseo blanco. Llamémoslo resultadismo quizás, algo de lo que el portugués peca a menudo pero que, realmente, es una estrategia válida para que este club empiece a pensar en buen juego y a mirar al futuro con más optimismo. La apuesta era esperar en el Bernabéu, morder en el Camp Nou. Y probablemente no hubiera salido mal de no haber sido por dos errores puntuales y claves.

Porque estos dos últimos encuentros no han expuesto la superioridad de juego culé que muchos querrían haber visto. A mi juicio, el Barcelona apenas fue netamente superior en 45 minutos de los 180 que duró la eliminatoria, 30 de ellos en ventaja numérica. El resto del tiempo fue un equipo que tuvo todo lo que quiso y más la pelota, pero que no tuvo profundidad y frescura en ningún momento. Una ventaja de la que no supo sacar provecho, a diferencia de los casos de polémica arbitral. Así, la eliminatoria fue un duelo de estilos y estrategias que se desniveló por aspectos extradeportivos. Dos formas de concebir este deporte, pero ni mucho menos ninguna de ellas digna de convertirse en la abanderada de su patente universal.

Pero, más allá de todo ello, los cuatro ‘Clásicos’ ofrecen una lectura positiva para el madridismo. El balance ha sido de dos empates y un triunfo para cada equipo, si bien el Barcelona ha sido el que se ha llevado el premio ‘gordo’ de la final de la Champions. Aún así, el club blanco se ha llevado una sensación de triunfo moral, pues por fin ha comprendido que está capacitado para luchar cara a cara con, quizás, el mejor conjunto de todos los tiempos. Se ha demostrado que la ‘manita’ del Camp Nou fue un simple error y que el crecimiento deportivo de la plantilla ha sido exponencial en la primera temporada de Mourinho.

Por tanto, la balanza de ‘poder’ entre los dos grandes parece equilibrada por primera vez después de varios años. En esta ocasión puede ser que se haya perdido a los puntos con el máximo rival, pero se ha sabido competir y se ha sacado un título como premio por ello. Lo que no es poco. Ahora solo toca reflexionar y seguir trabajando duro para completar el trabajo a partir de la próxima campaña, deseando que la próxima vez sea el fútbol, con su infinidad de planteamientos posibles, el que se convierta en el protagonista que reparta justicia.