domingo, 30 de septiembre de 2007

Una vez vi a alguien volar...

...sin motor.


El (des)honor japonés

Me sorprende la cultura japonesa. Y no, no soy un fanático del manga y similares, más bien todo lo contrario. De hecho, intento hacer memoria y los únicos contactos que he tenido con el país del sol naciente fueron mis antiguas clases de judo y una profesora japonesa de lengua castellana (sí, una nipona impartiendo clases de español) de la universidad.

Sin embargo, veo vídeos como estos y hay cosas que me "chocan". Se supone que la sociedad japonesa se caracteriza por un fuerte sentido de la colectividad, de la unidad. En la mayoría de los casos el trabajo prima sobre la persona y los atareados empleados japoneses curran como verdaderas hormiguitas en pos del bien común. Se podría decir que son como autómatas, porque ninguno protesta ni se queja si tienen que hacer horas extras o si tienen pocas vacaciones. Vamos, un chollazo para todos los jefes.

Detrás de estos "movimientos programados" está la presión social que sufre cada uno de los japoneses. Un ciudadano de este país debe procurar cumplir con sus deberes, responder a lo se espera de ellos. Por eso, consideran muy importante el aspecto individual frente a la colectividad, el YO dentro del NOSOTROS. Esto se resume en que viven permantentemente preocupados por agradar al prójimo y por causarle la mejor sensación posible.

De esta manera, es curioso saber que los nipones a duras penas se negarán categóricamente a algo o su peculiar sentido del honor. No hay más que ver los códigos que usaban en la antiguedad los samuráis para darse cuenta de que el deber y las expectativas creadas son los aspectos que rigen en gran parte su cultura.

Así se explican estadísticas como las que indican que Japón es el país con el índice más alto de suicidios, con
24,1 por cada 100.000 habitantes. Allí la persona que no cumple con lo esperado por la sociedad, directamente se elimina. Incluso recientemente está apareciendo un fenómeno muy relacionado: el de los hikikomoris, miles de jóvenes que se automarginan: un buen día deciden encerrarse en sus habitaciones porque son incapaces de responder a lo que se espera de ellos.

Una cultura curiosa, cuanto menos. Sin embargo, lo que me sorprende aún más son las bromas que se gastan los japoneses. No hay más que ver los siguientes vídeos como para descubrir que pueden llegar a ser realmente crueles con sus semejantes, ya que les hacen coñas que yo no se las desearía ni a mi peor enemigo (si lo tuviese xD). Como en muchos aspectos de la vida, su cultura presenta contradicciones, polos opuestos: les preocupa la imagen individual que ofrecen a la sociedad, pero por otro lado, no dudan en ridiculizar al prójimo de manera pública. Puro
Humor Amarillo.

Bromas en los WC



Bromas en la nieve

sábado, 29 de septiembre de 2007

Cuando las elecciones se convierten en preocupación

Queda bastante tiempo, de hecho aún no es oficial la fecha. Sin embargo, se perciben momentos importantes para el panorama político español. Se acerca el 2008, y con él, un año clave en el futuro del país. Será la ocasión para que el pueblo decida qué quiere hacer con su futuro, en la que dicte sentencia sobre estos cuatro años caracterizados por un giro radical a la política desarrollada anteriormente. Y es que ahora se cumplen tres años y medio desde que los españoles eligieron cambio, desde que optaron por romper con el pasado que en ese marzo de 2004 pareció querer rendir cuentas.

Tanto tiempo después nos encontramos con un panorama político lleno de dudas: ETA, Catalunya, Navarra, política exterior, problemas internos en el PSOE, desencuentros con el PP… Tras más de un trienio muchas de las piezas del rompecabezas no encajan, y Zapatero necesita más tiempo; bien para encontrar la solución a tan complejo problema que se ha planteado en varios frentes, bien para terminar de llevarlo al caos total. Por eso, el presidente empieza a plantearse la necesidad de conseguir cuatro años más de confianza, de una prórroga que le permita desarrollar una tarea hercúlea que hasta el momento no induce motivos para el optimismo.

Zapatero comienza a no sentirse tan respaldado como querría. Las dudas empiezan a asaltarlo y los escasos resultados obtenidos en algunas de sus principales apuestas (como en política antiterrorista y nacionalismos) no ayudan. Si a ello se le añaden unas elecciones autonómicas y municipales en las que el vencedor moral fue el partido de la oposición, el resultado es un presidente preocupado y más pendiente de su estabilidad futura que de los problemas actuales del país.

Por eso, el líder del Gobierno decidió remodelar repentinamente cuatro de sus carteras en pleno mes de julio, cuando sólo faltaban ocho meses para las elecciones generales. Un cambio que el propio Zapatero justificó con la intención de “preparar los cambios para la próxima legislatura”, en una acción producto más de las dudas que de la confianza. Sólo así se puede explicar la asignación de cuatro nuevos ministros con la provisionalidad que proporcionan los 240 días de legislatura restantes y aún a costa de políticas como la de la paridad en el Ejecutivo, otrora esgrimida con orgullo.

Con su decisión, el presidente quería transmitir una sensación de confianza en la estabilidad de su proyecto a largo plazo, seguridad en que los nuevos ministros continuarán ocupando las carteras del país en la próxima legislatura. Pero la sensación que dejó fue otra, la de empezar a jugar con unas elecciones que aún no debían centrar la atención del panorama político. Zapatero empezaba a mirar más al futuro que al día presente, y cada vez lo hacía de manera más clara, de manera más populista.

De esta manera, de la mano de un remodelado gabinete, vinieron poco después la mayoría de las decisiones estrella del Gobierno durante su legislatura. Aunque es evidente que estos más de tres años han sido un período de grandes reformas sociales, algunas de las más importantes han comenzado a acumularse sospechosamente en los meses previos a la campaña electoral. Así, en julio de este año se anunciaban los cheques-bebé; mientras que en este mes de septiembre el Gobierno confirmaba que todos los niños entre 7 y 15 años tendrán dentista gratis, oferta que se a une a las recientes ayudas para el alquiler de viviendas por parte de los jóvenes.

Decisiones, que curiosamente, cuentan con el apoyo de dos de los nuevos ministros, Bernat Soria (ministro de Sanidad) y Carmen Chacón (ministra de Vivienda) y que han generado críticas incluso en el propio Ejecutivo. Prueba de ello es que, el ministro de Economía, Pedro Solbes, ha sido el primero en mostrar sus dudas sobre la viabilidad de planes como el de salud bucodental. Un pesimismo que parece contrastar con la opinión de Zapatero, según el cual España juega en la Champions League de las economías mundiales. Sin embargo, la frase no es más que un intento de justificar los sorprendentes dispendios económicos en los que se ha embarcado nuestro presidente.

Se trata, pues, de un optimismo infundado, ya que a Solbes no le salen las cuentas. Al ministro de Economía se le presenta un problema de difícil solución, que es conseguir que las arcas del Estado no se vean seriamente afectadas por decisiones con objetivos tan electoralistas. Lo tendrá difícil, porque el propio Zapatero no deja de añadirle incógnitas a la ecuación (como su reciente compromiso para invertir más dinero en Catalunya y Andalucía) y porque aún quedan cerca de cinco meses de precampaña. Un tiempo más que suficiente para recuperar el terreno perdido durante la legislatura, sobretodo si se tiene al dinero como aliado. Las consecuencias, entre las que se encuentra un futuro hipotecado, vendrán después. Es la política del pan para hoy, pero del hambre para mañana.

Sentinel

El centinela visto por Mike Oldfield...

El centinela abre las puertas

No sabía cómo había llegado hasta allí. Quizás hubiera sido el destino. Su destino. Y no podía defraudarle.

El centinela le había dicho que entrase sin llamar, que lo esperaban. Sin embargo tenía miedo, miedo a lo desconocido. Y a lo que podía haber tras él.

El tiempo pasaba, pero no se decedía a entrar. Ya visualizaba en la lejanía el gran portal de madera recién abierto por el guardia, un lugar que sería el primero en franquear.

Las puertas estaban entreabiertas y dejaban entrar una tenue luminosidad que alumbraba ligeramente la oscuridad que hasta hace pocos segundos lo atenazaba. Sin embargo, aún no podía apreciar qué es lo que le esperaba tras esas misteriosas aberturas.


Valor. La única palabra que se repetía una y otra vez. Era su destino. Y lo sabía.

Caminó despacio, con precaución. La luz comenzaba a deslumbrarlo, pero poco le importaba ya. Ni siquiera su miedo anterior a lo desconocido lo atenazaba. Estaba a punto de conocer lo que le esperaba tras esas puertas.

Por fin alcanzó su objetivo. Podía sentir ya lo que había detrás. Y su destino no debía seguir esperando. Era el momento. Empujó suavemente una de las puertas y se asomó...